domingo, 9 de julio de 2006

ya debe haber alguna fabula que hable de esto.

seguramente un señor que salva a un pequeño león, un cachorro, y cuando este crece lo devora sin piedad.

si bien yo no salvé a los pibes del cyber goyena, me sentí en una situación bastante similar, cuando retornaba a mi hogar en el 112.

lo tomé cerca de parque centenario. para ser las 4 de la madrugada había venido más que pronto. no más de 10 minuto de espera. tal vez esté lleno. que digo lleno... hasta las bolas. todo no puede salir bien, es lógico.

pero contradiciendo a mis pretenciones de cierta lógica o equilibrio, venía cuasi vacío.

como uno no cambia de pensamiento tan simplemente como quisiera, seguí con la idea de que el equilibrio todavía estaba por llegar.

ya en boedo, logran alcanzar el colectivo en que yo viajaba unos 4 pibes aparentemente macanudos. el semáforo los favoreció, y corriendo una pequeña distancia, alcanzaron un objetivo tal vez no tan valorado como mercería. tomar al vuelo un colectivo a esa hora no es poca cosa.

en el momento que los veo no hice nada para ayudarlos. simplemente se que por dentro mi intención era que lo alcanzaran, y no que el semáforo corte justo y nuestros destinos nunca se cruzaran, como 30 minutos después hubiera deseado con gran fervor.

ellos jamás notaron mi buena predisposición hacia ellos. no lo vieron en mi cara. y se sentaron atrás. justo atrás.

cabe aclarar que mi deseo en ese momento era el de un viaje tranquilo, como el que venía llevando, para después decir que los chicos del cyber goyena hicieron todo lo que tuvieron a su alcance para impedirlo. descontrolados si se quiere, cantaron continuamente, cada vez a mayor volumen, esperando tal vez conocer los límites, saber hasta que punto ellos tenían el poder. mi sensación de querer que se bajen no solo se diluyó cuando escuché el nombre de "la casona" entre sus cánticos, haciendome notar que bajarían apensa dos paradas después que yo, y por ende justo dos paradas depués del máximo que me interesaba a mi, sino que le dio lugar por momentos al miedo. miedo de que en su condición de dueños indiscutidos de la situación se les diera por comprobar límites conmigo, cosa que no estaba muy lejos de ocurrir, analizando su actitud agresiva creciente.

si bien bajé en el lugar de siempre, no se podría decir que estaba intacto: una voz en mi oido todavía cantaba. caminé una cuadra y media, mientras pensaba además de en como había refresacado, en que yo había deseado el bien de esa gente antes de conocerla, y que ellos desearon el mal de muchos antes de conocernos. no podía dejar de recordar el momento en que corrieron el colectivo y mi alma corrió con ellos. y si bien no salvé a los pibes del cyber, creo que es menester tener en cuenta la fábula del león, que no estoy seguro de que exista pero que estoy seguro que no hace falta explicar por demás.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

hai una de un leon i un raton.


habia algun asunto de una espina, metido en el medio(o en la pata del leon).


io llegue a un punto en el que temo desear el bien a una persona que quizas no se lo merece.

temo, lo juro. temo ayudarlo, temo decirle algo q le haga bien. miedo.

asi estamos.

::: Frente Estudiantil Sur ::: dijo...

ja, yo por eso le deseo el mal a todo el mundo...
como para prevenir vite´h

Bruno dijo...

si, la del leon y el ratón creo que termina feliz, porque el leon después lo ayuda a hacer algo...
o para devolverle el favor no se lo morfa. ahora creo, si mal no recuerdo que hay un cuento de horacio quiroga: ¿"anaconda" no es sobre eso?

Bruno dijo...

hacés bien pablito, si se cae una vieja reite, porque seguro que esa vieja cuando se te valla la pelota a la casa te la va a devolver pinchada

::: Frente Estudiantil Sur ::: dijo...

que vieja de mierda!